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El Secreto Mas Grande Del Mundo Og Mandino Pdf: La Fábula del Vendedor Más Grande del Mundo y sus En



En este libro, Og Mandino parte de la parábola del joven Hafid, ayudante del famoso vendedor Pathros hace ya dos mil años. En esta fábula, recreada en El vendedor más grande del mundo, Pathros entregaba los diez papiros para el éxito a su pupilo, quien gracias a ellos se convierte en el vendedor más grande del mundo. A partir de estas diez claves de éxito, y acompañado por un diario donde anotar los pequeños logros cotidianos, Og Mandino muestra al lector cómo hacer fácil lo difícil y lograr la superación personal y la felicidad en la vida. Un gran libro para quienes deseen tomar las riendas de su propia vida, y una excelente guía para lograr el éxito esperado.


Que en su legado aparezcan propuestas como El milagro más grande del mundo, El secreto más grande del mundo o El vendedor más grande del mundo es un detalle: lo que se valora de Mandino no es su creatividad para identificar libros sino el contenido de sus obras.




El Secreto Mas Grande Del Mundo Og Mandino Pdf



Si sus creaciones literarias ya lograron cautivarlos en alguna oportunidad, entonces es probable que conozcan o deseen leer El secreto más grande del mundo, una opción que apunta a guiar al ser humano en su búsqueda de la felicidad.


Si las propuestas consideradas de autoayuda o los textos de perfil motivador les resultan interesantes, no dejan de conseguir un ejemplar de El secreto más grande del mundo y descubrir allí las pautas que ofrece Og Mandino para que nuestro paso por este planeta sea lo más agradable y productivo posible.


1 ACERCA DEL AUTOR Og Mandino es el autor motivacional y de autoayuda más leído actualmente en el mundo. Sus quince libros han vendido más de treinta millones de copias en veinte idiomas. Miles de personas de todas las condiciones han dado crédito abiertamente a Og Mandino por cambiar sus vidas y por el milagro que han encontrado en sus palabras. Sus libros de sabiduría, inspiración y amor incluyen The Greatest Salesman in the World (El vendedor más grande del mundo); The Greatest Salesman in the World. Part II: The End of the Story (El vendedor más grande del mundo, 2da. parte); The Christ Commission (Operación Jesucristo); The Greates Secret in the World (El secreto más grande del mundo); Og Mandino's University of Success (La Universidad del éxito de Og Mandino); Mission: Success! (Misión... Éxito!); A Better Way to Live (Una mejor manera de vivir) y The Return of the Ragpicker (El regreso del trapero). 1


2 OTROS LIBROS DE OG MANDINO El don de la estrella El éxito más grande del mundo Hacia un éxito ilimitado El memorándum de Dios El milagro más grande del mundo Misión... Éxito! Operación Jesucristo El regreso del trapero El secreto más grande del mundo Una mejor manera de vivir La universidad del éxito de Og Mandino El vendedor más grande del mundo El vendedor más grande del mundo -2da. Parte 2


7 I Æ R eclusión solitaria. Autoimpuesta. Durante muchos días después del funeral hice poco cuando estaba fuera de la cama, excepto desplomarme ante mi escritorio en el estudio durante horas incontables y pensar en terminar con mi vida. El teléfono estaba descolgado, la máquina del fax desconectada y todas las puertas que conducían hacia el mundo exterior se encontraban cerradas con llave y con el cerrojo puesto. Incluso, lo que había parecido cada día como una corriente continua de tráfico, se convirtió gradualmente en un largo camino circular seguido siempre por un lúgubre sonido del timbre de la entrada hasta que finalmente arranqué los cables: lo último que deseaba era la compasión de mis amigos y vecinos. Los pasados diecisiete años habían sido muy especiales: llenos de trabajo arduo, recompensas, amor, alegría, éxito, logros, risas e incluso algunas lágrimas. Hubo muchos momentos preciosos, tales como una larga temporada de gloria y experiencias inolvidables, pero ahora, antes de mi cumpleaños número cuarenta, la vida, de pronto, ya no valía la pena vivirla. Ocasionalmente me alejaba del escritorio, me levantaba y movía con lentitud por la habitación y me detenía para observar cada una de las fotografías familiares enmarcadas que colgaban de las paredes. Recuerdos. Los tiempos buenos y las ocasiones especiales representadas en cada fotografía todavía me resultaban tan vividas que casi podía escuchar las voces y risas. Fue Byron quien escribió que podemos ver más lejos a través de las lágrimas que con un telescopio? Moví mi silla giratoria de madera de respaldo alto un poco hacia mi derecha, me incliné hacia el cajón inferior de mi escritorio grande de roble, tiré de la jaladera y el cajón se abrió en silencio. En el interior, encima de un directorio telefónico y varios catálogos de semillas, donde la colocara el día anterior después de una búsqueda extensa en las cajas de cartón todavía sin abrir que estaban en la cochera, se encontraba la deslustrada pistola automática Colt calibre 45, que comprara de segunda mano durante una ola de robos de casas allá en Santa Clara, unos diez años antes. Junto al arma vieja estaba una caja de cartuchos; una caja llena. Yo odiaba las pistolas, siempre las he odiado, y después de tres tiros de prueba en el sótano de una tienda de armas en San José, nunca volví a disparar la maldita arma. Entonces coloqué el instrumento letal sobre el papel secante de mi escritorio y lo observé: pasé con lentitud los dedos sobre su rasguñada superficie. En el lado plano del cañón, justamente arriba del gatillo, estaba la silueta pequeña de un caballo encabritado y las palabras: Modelo del gobierno. COLT automática calibre 45. Levanté con el pulgar y el índice el extremo del orificio de la pistola, observé el cañón, y a pesar de mi estado mental quebrantado, un nombre traspasó de pronto mi autocompasión y aumentó mi confusión: Ernest Hemingway. Santo 11


8 Dios! Un fantasma de mi niñez! Había descubierto los libros de Hemingway en la biblioteca local, cuando tenía diez años de edad; ese verano devoré todos los libros que pude encontrar de él. Fue después de leer Por quién doblan las campanas por segunda vez, cuando tomé mi decisión. Cuando creciera sería escritor; un escritor famoso, y encontraría aventuras por todo el mundo, como Hemingway. Qué vida maravillosa sería esa! Y entonces... y entonces mi héroe me falló. Un día de 1961 se colocó en la cabeza el extremo delantero de una escopeta cargada y tiró del gatillo. Pasé un tiempo terrible meditando sobre eso. Por qué alguien era tan tonto como para hacer tal cosa? Por qué? Qué podía ocasionar que un hombre se quitara la vida, en especial un hombre grande, vigoroso e inteligente como él... un hombre que tenía mucho por qué vivir? Me incliné hacia adelante y observé de nuevo el cañón de la pistola: sacudí la cabeza cuando mis ojos se llenaron de lágrimas. Señor Hemingway, por favor perdóneme por juzgarlo y pensar que fue tonto al hacer lo que hizo. Por favor. Di la espalda a la pistola y observé la ventana panorámica, directamente detrás de mi escritorio. Exactamente abajo estaba una plataforma ancha que se extendía a lo largo de toda la parte trasera de la casa. Un poco hacia arriba de la colina, lejos de la plataformas había varias hectáreas de prado verde oscuro salpicado con sillas de jardín blancas, una plazoleta en forma de herradura, una mesa de cedro y bancas, así como dos astas de golf de un metro ochenta y tres de altura con banderolas rojas de práctica, colocadas con una separación aproximada de ciento diecinueve metros, para que yo pudiera practicar con mis palos cortos. En el costado lejano del prado podía verse un seto de alheñas recién plantadas en una larga hilera única, y más allá había una pradera con varias rocas de granito enormes, arbustos altos de arándanos y un estanque pequeño lleno de ruidosas ranas verdes. Atrás de la pradera estaba un muro de piedra y un bosque poco denso de pinos, abedules, arces y algunos fresnos, que se extendía hacia mi izquierda y derecha hasta donde me alcanzaba la vista. De pronto empezaron a caer gotas de lluvia que salpicaron la ventana y opacaron mi visión hasta que el mundo externo a través del cristal tuvo la apariencia de una pintura de Monet. Diecisiete hectáreas de cielo en la tierra. Sally y yo nos enamoramos a primera vista de la casa y del terreno. La compramos el mismo día que el corredor de bienes raíces nos la mostró. Sally... Ahora, estaba sentado casi exactamente en la misma posición que aquel sábado, apenas un mes antes, cuando ella entró en el estudio, rodeó mi escritorio y me abrazó. Y bien, héroe de esta tierra preguntó con orgullo, estás listo para saludar a tu público? No estoy listo pero sí nervioso. Cariño, no he visto a la mayoría de estas personas en muchos años. No puedo creer que esta antigua dudad haga esto. Por qué no habrían de hacerlo? La gente de Boland está muy orgullosa de ti, John Harding. Tu mamá y tu papá pasaron toda su vida en esta comunidad. Naciste aquí, fuiste a la escuela aquí, ganaste tres diplomas en la escuela de 12


14 detener y devolver la pelota fueron tan sensacionales que ganó una beca para la universidad que quizá tiene el mejor programa de béisbol en el país, la Universidad del Estado de Arizona. Durante su último año en la Universidad del Estado de Arizona, John bateó más de cuatrocientos y dejó boquiabiertos a los informadores de las grandes ligas, antes que la ruptura de meniscos terminara tristemente con sus sueños de una carrera en las grandes ligas...". Era evidente que la calle Main había sido cerrada al tráfico tan pronto se inició el programa, pero lo que me sorprendió mientras estaba sentado y escuchaba al juez Duffy; fue el comportamiento de la multitud. A excepción de un llanto ocasional de un bebé, todos estaban, o parecían estar, pendientes de cada palabra del juez. Yo no estaba seguro si estaban cautivados por su oratoria maravillosa o por mi expediente. El juez continuó sin consultar ninguna anotación. "A pesar John Harding estaba muy triste cuando sus sueños de jugar béisbol se vinieron a tierra, se graduó entre los mejores en su clase en mil novecientos setenta y uno. Fue contratado por una empresa de alta tecnología de California y ahora, en menos de veinte años, con seguridad triunfó en las ligas mayores en el mundo de los negocios! Como la mayoría de ustedes sabe, nuestro querido joven amigo fue elegido recientemente presidente y director general de una compañía de computadoras, quizá la más grande en Nueva Inglaterra, con ventas anuales superiores al billón de dólares *... eso es mil millones, en caso de que hayan olvidado su aritmética de la escuela de segunda enseñanza, amigos! Los medios de comunicación, desde nuestro Concord Monitor y Manchester Unión Leader hasta The Wall Street Journal, USA Today y Forbes, se han unido todos al coro potente que elogia el estilo administrativo de John, así como su carácter, y si han tenido el placer de verlo recientemente en la televisión nacional, no pueden evitar apreciar y respetar a este hombre brillante. No obstante, lo que me enorgullece más es que cuando John vino al Este para hacerse cargo de la dirección de su compañía, eligió esta ciudad como el sitio donde quiso establecerse con su familia. Pudo haber elegido muchas comunidades pomposas cercanas a Concord, pero escogió Boland. Está de nuevo en casa; de regreso a la tierra donde pasó tantos años felices creciendo... de regreso con la gente que lo recuerda y todavía lo ama! Mientras el aplauso se hacía más y más fuerte, el juez Duffy se volvió hacia mí, sonrió mientras metía la mano en el bolsillo de su chaqueta y sacaba lo que parecía ser la medalla de bronce más grande, la cual colgaba de un listón ancho rojo. John Harding dijo con su mejor voz de sala de tribunal, ten la bondad de acercarte para recibir una pequeña muestra de lo que estas buenas personas sienten por ti. La medalla tenía por lo menos siete centímetros y medio de diámetro. El juez la sostuvo cerca de su rostro y dijo: En esta medalla están las palabras: "A un hijo favorito, John Harding. Boland está en verdad orgullosa de ti". El escudo de nuestra ciudad está en el otro lado, junto con el lema del estado: " Vive libre o muere!" Sostuvo la medalla en alto por encima de su cabeza * En Estados Unidos, un billón equivale a mil millones y no a un millón de millones. (N. del T.) 18 2ff7e9595c


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